¿Hasta
cuándo? Pregunta que me he hecho ininterrumpidamente todos los días desde hace
14 años. Todo comenzó con una pregunta y cada día fué una nueva mala sorpresa.
No
voy a enumerar las marramuncias a las que nos han querido acostumbrar en esa supuesta
patria “nueva” de chiquero, pobreza y ramplonería política, simplemente estoy
harto de tanta basura y de tanta miseria humana. Miseria representada en el imbécil
que se cree gente porque se emperifollo de dinero, armas y poder.
Les
perdí el respeto. Ya no creo, nada y no confío, en nadie.
Hablar
de crisis económica, política, social, moral se ha convertido en un exabrupto,
ver lo que sucede y escuchar lo que dicen son dos idiomas diferentes, y no es
por la diferencia de cristal con la que miro y soy visto.
¿Qué, somos un país? ¿Dónde? Llevamos 14 años siendo refugio de trúhanes y malas
razas propias y foráneas, divididos hasta la indignidad y vulnerados hasta los tuétanos.
Pretenden
vendernos unificación, pacificación y tolerancia por un lado, y por el otro con
más bizarría recalcitrante una “patria” subyugada por traidores a guarros que
promulgan el comunismo populista y muerte al opositor, con el único fin de
hacerse de fortunas.
No,
basta, ¿hasta cuándo? Ya sé que resignados en la esperanza se clama eso de “el
tiempo de Dios es perfecto”, he de sentarme a ver qué pasa, así como sin sentarme
vi el cadáver del engreído pasar, y ahora veo que terminó por dar paso a más
infamia.
¿Votar?,
votare. Una y otra vez. Sí. Por la universalidad del hecho, por mí y mi entorno
más preciado, por no olvidar que esa es la vía de la democracia; lo hare hasta
que ese pregonado tiempo perfecto, haga su efecto, que deje de voltear hacia el
otro lado ignorándonos y comience a vernos a nosotros, los opuestos, los
asesinados, los excluidos, los escuálidos, los encarcelados.
Somos
peones sobre un tablero, peones que no tienen valor y cuando son utilizables
sus movimientos se lubrican con dinero envilecido por el odio, el rencor, el
miedo, la avaricia, y recuerden, hay quienes no lo olvidan esperando les llegue
su turno de hacerse ricos. Aquí, en el fondo de este mundanal hueco, todos y
todo tiene un precio.
Gentilicio,
país, dignidad, honestidad fueron una realidad y hoy un grosero gesto, que ya
ni importa sean solo palabras de diccionario.
Lo
vivido, fue aprendido. Pero, ¿Hasta cuándo?
Arq.
Víctor Juan Mión
@vmreporte.blogspot.com
vmreporte@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario