12/24/2012

DESEOS DE NAVIDAD...

En esta fase de buenos deseos y augurios propios de la Natividad, me es preponderante expresar los sentimientos que se me arriman como para ser anidados y creo que con el calor necesario y los cuidados más sutiles, logre florecieran y por tanto los entrego.
Y es que una gama diversa de influencias propias de la vida misma hacen, a veces, que quereres y deseos transiten por vías distintas.
Grandes amigos y parientes que ya no están en el plano físico, pero que con el solo placer de recordarlos vienen a tomar su puesto y a regocijarnos por haberlos tenido, privilegio y honor son mezclados.
Los otros grandes amigos, los que estando a la distancia nos dilata el placer de tenerlos más a diario, más a la mano, más de a beso y de –que hubo, como está la vaina buena?
A la familia, Felicidad como esa sentida cuando nace un hijo, un sobrino, esa Alegría, como esa cuando se escucha a un niño hablar con Dios, ese Tiempo, como ese que aun pasando se nos acurruca en las rendijas del alma y se macera adquiriendo verdad, realidad y recuerdos.
Me es imperante decirles que sea como sea, la vida continua y que aun en esas líneas paralelas que es la vida de cada quien, la perspectiva siempre termina en un punto.
El punto se llama amor y esas líneas que pareciera nunca se unen son brazos que nos cobijan.
Buenas fiestas y mejores augurios para todos en esta nueva era que comienza.

Arq. Víctor Juan Mion
@Mionvi   @VMreporte

3 comentarios:

  1. José R. Espina F.

    La navidad es una ocasión para abrir el corazón y no las puertas de la casa nada más, para agasajar al visitante con algo más que licores y un menú de cocina propia para el tiempo, sino con calor de hogar cristiano y una simpatía sin precio, para intercambiar sonrisas sinceras abiertas y no sólo regalos cuidadosamente envueltos. La navidad no debe ser un evento social donde se rivaliza en lujo y abundancia, o un pretexto para el lucimiento personal, una obligación de estatus social.

    Es una ocasión para manifestar el amor con el mejor motivo: el cumplimiento de la promesa de amor de Dios a su pueblo. El Espíritu navideño debe arder en nuestros corazones con tal intensidad que alumbre hasta los rincones más oscuros y alejados en estas fiestas. Con luz potente e irresistible y no como una encantadora “serie” de luces que adornan pero que no alumbran realmente.

    Podemos lograr y ni siquiera tenemos que suspender nuestros festejos y alejarnos amargados y tristones, porque la navidad es alegría, pero sincera y no teatral. Superemos la posible artificialidad de las fiestas navideñas, rebasemos la idea del compromiso social, rompamos el guión prefabricado según el cual la navidad es un escenario para el maquillaje, para el abrazo con cuidado para no arrugar los vestidos y para el intercambiando, porque lo de los regalos es un presupuesto aparte.

    Regalémonos nosotros mismos y estaremos ofreciendo un presente invaluable que no podrá encontrase ni en el almacén más caro, porque es nuestro amor sincero. No hay mejor fiesta que aquella a la que vamos con el corazón en la mano, con la felicitación verdadera que nos sale del alma y no sólo de los labios.

    Brillemos como luces útiles y no de fantasía. Brillemos no para adornar un escenario, sino para disipar las sombras de las miserias.

    Si somos esa luz intensa, entonces no habrá sombras en esta navidad. Pero si no lo somos el único resplandor frío en la Nochebuena será el de las “lucecitas” y su efecto será, por contraste, destacar la oscuridad circundante.

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