2/01/2008

Crédulos, creyentes o creyones...

Desde siempre, es decir, desde mi más tierna edad y ya pase el medio cupón, creí que venezuela era un país de fe, de cualquiera de ellas a las que nos aferramos los fieles cuando necesitamos algo y esta aclaratoria la hago por que es interminable la lista de mail que uno recibe relacionado a temas religiosos que comienzan siempre con “¿es usted tan valiente como para reenviar este mail que habla de Dios o solo se recuerda de él cuando lo necesita?
Ya que es tan necesaria hacer esta salvedad sobre el tema, quiere decir que somos fieles por necesidad y no por devoción. Pero somos creyentes después de todo o eso es lo que yo pensaba.
Al crecer y ver las actitudes de las gentes que conforman el vulgo, ese pueblo que año tras año fue abandonando los campos y llegando para conformar las barriadas pobres de las ciudades principales del país, bajo las promesas de trabajos bien remunerados, vida social, recursos interminables, servicios hospitalarios ideales, transporte publico puntuales, hechas por los que pletóricos de cuentos y medias verdades querían apoderarse de la jerarquía gubernamental. Ver llegar y seguir llegando sin prisa y sin pausa a tanta gente y hacinarse en ranchos de pena y cartón piedra, de comer cuando se tiene, de suspirar la zozobra por el clima y la salud. Ahí me di cuenta que somos un país crédulo. Y así fuimos durante cuarenta años.
Ahora, aquí, pasado diez años sobre los cuarenta anteriores, esa gente volcó sus ultimas esperanzas en la voz de un líder (¿?) que llamándolos por su nombre plantón, los aglutino en borboteante ideología bolivariana del siglo XXI y de tal manera los amalgamo que pueden aceptar como cierto que la escasez de leche en venezuela se debe a que los chinos cambiaron de idea y de un día para otro decidieron tomar leche y de bolas, con 1.500 millones de rasgados no hay ni un litro p’al negrito. Admitimos como cierto que ahora viviremos mejor con el bolívar fuerte, de una economía fuerte y de un país fuerte, donde debemos hacer 5 horas de cola para comprar dos pollos o un kilo de leche en polvo y donde necesitamos 4 sueldos mínimos para hacernos de una cesta básica alimentaría. Toleramos la explicación en domingo colorado de que el incremento de paperas, mal de chagas y hasta de dengue es provocado por una cepa virulenta introducida al país por agentes internacionales contrarrevolucionarios y no por la inoperancia de gobierno y/o la quiebra barrio adentro. Aplaudimos a rabiar el gesto ilustre de mascar coca en TV, cuando el pueblo inocente en los barrios muere acribillado por las mafias que controlan el narco menudeo de las ciudades y permitimos la distensión de la narcoguerrilla para el traslado y transporte de droga al mundo entero a través de nuestros puertos, la culpa la tienen los otros gobiernos que no asimilan nuestra ideologizada maniobra.
Consentimos al gritar a rabiar “con hambre y sin empleo con chavez me resteo” y el pueblo sin trabajo, sin alimentos que comprar, sin medicinas para curar, con leyes que no hacen justicia, sigue embruteciéndose en su miasma.
Ahora me doy cuenta, los venezolanos no somos crédulos ni somos creyentes, somos creyones…
VM
1 II 2008

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